Bolívar delirante.- Cómo no delirar subiendo al vigía de los tiempos. El héroe que se sabe hacedor de libertad. El amante del paisaje que recién acaricia en vertiginosa espiral de glorias. Pichincha y Cotopaxi custodian la alcoba de Manuela. El enamorado alucinante debe escalar al cenit de su balcón por esos divinos abrigos que le cubren los secretos más difusos: la sanación cósmica.

Por: Yldefonso Finol

El hombre que liberó el Magdalena y dominó el Orinoco y cruzó los Andes para volverse venerable “fantasma” en Bogotá, tiene sed de nieves. La eternidad se metió en su apuñalada hamaca de Jamaica, en su abaleada hamaca de Rincón de Toros.

Entrar en trance chamánico, recostado en el ahogo de Casacoima, con las mordeduras de caimanes y pirañas aun sangrantes, extasiado con los huesos crujiendo en el espiral abrazo de una constrictora gigante. Y ahora desembocar en las entrañas dulces del amor tras vencer la muerte que lo persiguió antes de nacer.

Todo el mal se ha esfumado a su paso y ante sus ojos resplandece una acuarela de inmensos valles verdes, cielos azules brillantes penetrados por pétreas lanzas blanquecinas. Chimborazo le pide poseerla. Él, sabiéndola tan elevada, se le entrega delirante: el alma se le llena de vida. Entonces la poesía se derrama desde las cumbres hacia el océano donde tributan sus versos los cantos ancestrales.

El equinoccio le regaló la fiesta del Kulla Raymi, había empezado la primavera. La tierra es fruta de adoración a la femineidad.

Amanece la Independencia con un sol radiante que inspira el genio que la conduce. Su mirada tiene al Universo como campo de sueños. Piensa la Utopía. Despierta ungido de ensueños. Aparta las sábanas para estirar los besos. Ella es la beldad hecha causa. Chimborazo: una humanidad amasada por la fuerza histórica del amor.

Bolívar le susurra: “es pasión, delirio de estar contigo”. Ella le corresponde jadeante: “alma mía, la gloria eres tú”.
En el Bicentenario de Mi Delirio sobre el Chimborazo
Maracaibo, 13 de octubre de 2022

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