“No me he muerto”, fue lo único que alcanzó a pensar pensó Cesar Martínez tras el estallido de la granada, justo debajo de la silla donde él estaba sentado. Todo era horror y confusión, sangre, piel y humo. Perdió el conocimiento. Cuando despertó en el Hospital San Rafael, ya no tenía piernas. El doctor Martínez le informó a la familia que si no se procedía con la amputación, él perdería la vida. Su hijo y su esposa tuvieron que tomar la difícil decisión, aunque en realidad, no hubo opción para elegir. Y Cesar asegura que si a él le hubieran puesto por delante ese predicamento, habría hecho lo mismo. La vida es primero.

Recién habían concluido una reunión en la calle San Luis, cuando a César, Alirio Traslaviña y su esposa, Miguel Castañeda y otros participantes, les dio por tomarse un fresco en la tienda más cercana. Apenas le habían servido la cerveza a Alirio y una copita de aguardiente a Cesar, cuando se sintió el estruendo. Todos quedaron mal heridos, pero Cesar fue el que llevó la peor parte. Su vida cambió radicalmente. “Así, mocho de ambas piernas, cómo iba a hacer política? Cómo iba a recorrer los pueblos?”, se pregunta César. Sin embargo, nunca ha hecho a un lado esa pasión.

Actividad durante un paro cívico en Barrancabermeja

Tal vez por ese liderazgo en la política de izquierda, que aún hoy en día todos le reconocen, fue que David Ravelo, Ismael Jaimes – para la época, concejal de Barrancabermeja- y Luis Eduardo Zuleta – presidente de USITRAS – entre otros; propusieron ese 22 de abril de 1987 realizar un paro cívico para protestar por el atentado. La ciudad estuvo en caos durante tres días, con el ‘As de Copas’ bloqueado, barricadas en el nororiente y el orden público resquebrajado. Paulatinamente el ambiente se fue calmando, Cesar fue remitido al Hospital Militar primero y luego a Cuba para su recuperación, retornó al país y poco a poco el manto del olvido se ha posado en su caso. Por eso, como víctima de la violencia, no pierde la esperanza de que algún día la petición que él y otras víctimas han hecho ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos prospere, aunque ya llevan 25 años en el proceso.

Lo más grave es que tras el atentado a César Martínez, sobrevino un daño colateral representado en el asesinato de la niña de 14 años, Sandra Rondón Pinto, estudiante del Colegio Diego Hernández de Gallegos, quien supuestamente había sido testigo del ataque. Lo peor es, que a la fecha, nadie ha sido investigado, ni mucho menos encarcelado por estos hechos. Todo quedó en el terreno de la impunidad.

César Martìnez, durante la visita que Bernardo Jaramillo Ossa realizò a Barrancabermeja

‘La Voz’ que lo llamó a hacer política

Desde que era un adolescente, Barrancabermeja llamaba a Cesar. Oriundo de Margarita (Bolívar), cuando apenas era un pelao viajaba con cierta frecuencia a este puerto, para traer gallinas, suero, queso y otros alimentos que en esa época no se producían en el municipio. Además, como su hermana estaba casada con un petrolero, aprovechaba para visitarla. “Eran dos días de viaje en lancha, pagaba uno 10 pesos”, recuerda César con cierta nostalgia.

Hasta que llegó el momento en que decidió establecerse definitivamente en Barranca. Como había aprendido de su padre y de su hermano mayor el oficio de la peluquería, muy pronto consiguió trabajo en el local propiedad del señor David Salazar. ‘Sport’, se llamaba el negocio, ubicado en el sector comercial, donde los hombres de esta tierra podían conseguir además de un buen corte de cabello, la ropa de moda de esos tiempos, porque allí también funcionaba una sastrería y de ñapa, una prendería. En ese último establecimiento trabajaba Margarita García, con quien César contrajo nupcias el 31 de marzo de 1963….y aun hoy, están juntos.

El día de su boda con Margarita García en 1963

Lo de la política si fue otro cuento, empezó comprando ‘La Voz Proletaria’, el periódico que “un tipo pasaba vendiendo por ahí” y le fue gustando. Luego, conoció a gente del partido comunista como Luis Eduardo Bastos y de la USO, como José Luis Meza y en 1959 departió con Diego Montaña Cuellar. Cada vez que tenía chance, se volaba de la peluquería para la USO, que le quedaba muy cerca.

César Martínez, con el alcalde de la época, Jorge Sepúlveda Patiño y el periodista Rodrigo Escobar

Además, en 1960 decidió crear la Asociación de Barberos de Barrancabermeja, de la cual fue presidente dos veces, hasta que renunció. “Me cansé de hacer colecta cada vez que un compañero se moría y la familia no tenía para el entierro. Primero fue Jorge Rueda, luego Leocadio Ríos. Cuando fui a pedir para Julián Miranda, apenas alcanzó para una corona”.

Las ideas de izquierda cada vez lo iban enamorando más. Hasta que llegó a una de las épocas más felices de su existencia: La vida en la Unión Soviética

Debido a su disciplina en el partido, César fue postulado para hacer un curso en la U.R.S.S. Viajaron, además de él, 14 colombianos provenientes de Bogotá, Medellín y la costa. Pasó un año estudiando en la universidad Patricio Lumumba, marxismo, economía política, sindicalismo, filosofía, mejor dicho, estaba en su salsa. “Nunca en mi vida he comido tan bien y he estado tan bien atendido”, recuerda. “En la cafetería había comida de todos los lugares del mundo. Esos chef eran unos verracos. La atención médica era excelente, nos dotaron con abrigo, botas, guantes, todo. Hasta nos daban 180 rublos mensuales, que serían como unos 200 dólares de la época”. El único lujo negado era la coca – cola. Sólo se conseguía la gaseosa made in Rusia.

“Lástima que algunos compañeros de ese aprendizaje no fueron coherentes”, se queja. “Tiempo después de estar allá, me encontré con uno de ellos y me contó que se había retirado del partido. Hombre, cómo haces eso? Cómo traicionas así al partido? Le dije”.

‘Campanero’, líder, concejal y diputado

Cuando se le pregunta por el legado del Partido Comunista, su partido, a la construcción de la Barrancabermeja de hoy, se muestra dubitativo. Aunque reconoce que tuvo gran influencia en la USO y en el sindicalismo en general, considera que fueron muchas las circunstancias que les impidieron dejar un legado, como lo hubieran deseado.

“El FILA nos bloqueó más de 20 años, también los conservadores”, explica; además, “en el Partido Comunista nunca han aprendido la lucha electoral; por eso, no pasábamos de tener un concejal”. Y pregunta: “sabe cuántos votos le conseguía yo, en la peluquería, a Ezequiel Romero para el concejo? Más de 300…pero él no salía de la Biblioteca de la USO. Había que salir!!”.

“Me conocí todos los pueblos del Magdalena Medio, los recorrí todos, haciendo política”, asegura César y considera que allí radica el éxito de su campaña a la Asamblea, tras la cual obtuvo 16.400 votos. Recuerda la cifra con claridad. En esa época fue escogido además como el mejor orador de la Duma Departamental y logró que eligieran a David Ravelo como secretario general de dicha corporación “Nos dieron oportunidad para 34 empleos. Se imagina? Pero había que trabajar mucho”.

Claro que antes de alcanzar esa meta, había desempeñado diversos roles en el partido: Líder de reuniones, organizador de paros y hasta ‘campanero’ para aventar a los ‘esquiroles’ que entraban a trabajar en pleno paro. Claro está, fue concejal varias veces. Justamente en uno de esos periodos, el Concejo emitió una proposición apoyando una huelga de la USO, que ayudó a redactar Enrique Fuentes, secretario de la corporación en esos días; lo cual motivó que el Ejército allanara la sede. “Lamentablemente los debates del Concejo a veces valen 5 centavos, no tienen la más mínima preponderancia, sin embargo, para todos fue muy satisfactorio haber sacado al FILA del poder en 1992”, dice.

Con el alcalde Elkin Bueno Altahona, en su primer mandato y los concejales Rubén Darío Sánchez y Carlos Furnieles

Y también por cuenta de la política estuvo un año en la cárcel. Los dos primeros meses en Barranca y el resto en La Modelo, en Bucaramanga. “Fue en el año 67, en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, un compañero nos ‘sapió’ y eso nos costó la cárcel a varios como Ezequiel Romero, Luisa Piña, Domingo Rodríguez y Eliecer Benavides”, según recuerda. Finalmente logró la libertad con la ayuda del abogado José Manuel Arias Carrizosa, asignado por la USO para su defensa.

Las víctimas en su memoria

Hoy, a sus 80 años, César recuerda con claridad cada líder de esta ciudad que ha caído por cuenta de sus convicciones políticas, bien sean de línea conservadora, liberal o como la de él, comunista. Se muestra esperanzado en el proceso de La Habana, como un paso gigante para evitar que retornen esos tiempos aciagos a la ciudad, cuando él y sus compañeros del Partido Comunista y la Unión Patriótica tuvieron que pasar por un calvario, para hacer valer sus ideas. Se cruzan en su memoria los nombres de Leonardo Posada, Ismael Jaimes, Ricardo Lara Parada, Rodrigo Hoyos y tantos otros que fueron asesinados en Barrancabermeja, por cuenta de sus ideas de izquierda.

Con los entonces concejales Héctor Mantilla (QEPD), Arcesio López y Amanda Díaz, al igual que el líder Nicolás Palacios

Tal vez porque aún está viva en él la pasión por la política, se mantiene ávido de información, lee el periódico de pe a pa todos los días, acompañado de su esposa Margarita, en Girón. Por supuesto, no se despega de Barranca, la tierra que lo vio crecer como político, como líder, en el cual nacieron sus hijos César, Manlio y Yira, en donde perdió sus piernas –las mismas que aunque ya no tiene, aún le duelen-, el territorio que lo vio convertirse en símbolo de la resiliencia.
Fuente: Corporación Consolidar

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